domingo, 6 de diciembre de 2020

Semblanza de una tierna foto

Vamos, les introduzco a mi bisabuela Emilia Pérez Núñez. A quien nunca conocí. Pues parece que murió por el año 1947, según puedo deducir. Casi centenaria, pues nació en el año 1854


Por: Ramon Felipe Nunez
 En la foto que presento tenemos a la protectora bisabuela de Orlando Núñez, su biznieto. El año de la foto es 1938. Por tanto el niño Orlando tenía entonces 3 añitos. Hoy ronda ese niño por los 85 años. La bisabuela rondaba ya los 84 años. Y era viuda, para entonces, por 23 años.

  Ella era hija de José Pérez, casado con Juana Pérez. No me explico como algunos miembros de la familia le daban como segundo apellido Núñez en vez del Pérez de su madre. En algún momento lo sabremos.

  De todas formas, hago constar que Emilia Pérez Núñez ( o Pérez) era tía de mi abuela Juana Pérez. Mire usted como estabamos mezclados.

Había casado, Emilia, por el año 1976 con Sebastián Núñez, 12 años mayor que ella. Ese sí, hijo de José María Núñez Franco. Con él tuvo esta bisabuela mía unos 13 hijos que fueron :
    

Elias,  nacido en       1873 - 1986
     Leopoldo,              1878 - 1964
     José Isaías,           1880 - 1968
     Ramón María,           1885 -
     Abraham,               1883-
     Juan Isidro (Juanico), 1886 - 1981
     Esteban,               1894 -
     Fabio            
     Jose Ramón (Moncito)   1896  
     y además tuvieron las siguientes hijas
     María Petronila,        1879 -
     Cecilia (Chila),        1875 -
      Juana                  1882 -
      y Sivina,              1889 - 1977
     Trece hijos, pues.

  Hasta ese matrimonio eran los Pérez la familia más poderosa, en el ámbito económico y político,  en Baitoa. Su riqueza provenía del hecho de que tenían la mayor cantidad y las mejores tierras de toda la zona. Los Núñez que, como quien dice,  eran recien llegados establecidos inicalmente en la Cruz Roja se extendieron hacia la Lima donde prevalecía la fuente de riqueza más importante de la zona que era la caña de azucar. Y la pareja Sebastián y Emilia les nacieron estos 13 hijos en La Lima.

  Pero entonces, la concertación matrimonial  antes citada, comenzó a comprar esas tierras de los Pérez. Pasó entonces este matrimonio, incluyendo a su hijo Elías Nuñez, a ser la familia de mayor poder económico de la comarca.

  Y, es que esta familia parece ser la que introdujo en Baitoa, en gran escala, el cultivo de tabaco, El tabaco, la gran fuente de generación de riqueza en el país entonces. Llegamos, pues, más tarde que la gente de Sabana Iglesia al mundo del tabaco y los andullos.

  Según narraciones familiares no sólo se recorría el país vendiendo cargas de andullo. También se llegaba hasta Cabo Haitiano, en el vecino país. Recuerdo que mi abuelo hablaba de buena manera de la caballerosidad de las personas que conoció por esa urbe.

  Entonces, como ahora, la seguridad no era buena en esa época. Pero el comercio llamaba. Por tanto debían viajar armados y hacer uso de las armas aún de manera preventiva.

  Por lo narrado hasta ahora se deduciría que Sebastián tendría un don de mando tal que en el hogar sería batuta y constitución. Pero nos equivocamos si llegamos a tal conclusión. La voz de mando en la casa la tenía Mamita Emilia. Si, la de la foto. Sé que mamita Emilia, como posiblemente Sebastián y gran parte de la sociedad de Baitoa del año 1900 no sabía leer ni escribir. Por tanto cuando había menester de tales menesteres se recurría a los oficios de una jovencita brillante de nombre Juana Pérez, que con el tiempo llegó ser mi abuela.

  Para tener una idea del don de mando de Emilia Pérez, la tierna anciana de la foto, recurriré a dos hechos que me fueron narrados.

   Resulta y viene a ser que Leopoldo, su hijo, realizaba bastante frecuentes amorosas a una chica residente en Rincón Bellaco ( la zona de Baitoa que va desde el actual cementerio hasta la escuela primaria Gabriel Franco). No tenían buena fama las chicas residente en ese entorno. Su madre, cuyo nombre no viene a mi memoria, escribió una carta en la que la instaba a que doña Emilia y don Sebastián, junto con su hijo la visitasen para formalizase el noviazgo. La decisión de doña Emilia se tomó al instante, no necesito a nadie. "Juana escribe ahí que para visitar en esta casa estoy yo, y  que cuando me parezca conveniente haré tal cosa".

    Debio haber sido el año 1898 en que tal cosda ocurrió. A los pocos días llega de La Penda una comadre o familiar de los Núnez de visita  a casa de Sebastían Núñez y Emilia Pérez, que seguían aún  viviendo en La Lima, con su hija, adolescente ella, de nombre Lola Múñoz. Lola impresiono, no sólo por su porte sino sobre todo por que llevaba puesto un sombrero de alas anchas que no se conocía en Baitoa.

   En lo que las comadres hablan la joven Lola ve que hay un montón de ropas por lavar. Sin pedir permiso toma la ropa la lava y luego, en la tarde, procede a planchar la ropa en cuestión.  Doña Emilia Pérez, le dice a la comadre: "Comadre quiero a su hija para esposa de mi hijo Leopoldo. Ese hijo mío tiene unos amoritos que no le convienen, así que en dos años hacemos el compromiso y el matrimonio ahí mismo"  Parece ser que las edades de los jóvenes eran compatibles.

    Efectivamente pasa el tiempo acordado  y  el jóven Leopoldo acaba sus amores, pero enseguida se compromete con una hija de Gabriel Franco, de nombre Ernestina. Gabriel Franco era ya persona de respetar y los compromisos con sus hijas no terminaban así tan facilmente. Y llega la fecha en que la joven Lola viene de regreso a Baitoa para sellar la palabra comprometida. Doña Emilia ante el trance actúa con prontitud: "Leopoldo está comprometido con una hija de Gabriel Franco, pero ahí tengo a mis hijo Abraham. Se sigue lo acordado, pero ahora el matrimonio será con Abraham".

   Abraham vestía aún pantalones cortos, señal de que no llegaba a los 16 años. No sabemos en que orden recibió los siguientes mandatos: uno, se le van a bajar los pantalones, dos, se casará usted con la joven Lola. Sin entrar en nimios detalles, sólo debo indicar que Abraham saltaba de la alegría. Las malas lenguas señalaban que toda su alegría se debía a que le "bajaron" los pantalones, señal de que pasaba a ser considerado como adulto.

  Pero llegaba más lejos Mamita Emilia.

  Su hijo Elías, según nos parece, aceptó el matrimonio concertado entre ella y Mon Pineda. Pero con ese matrimonio Elías se mudó al Poblado de Baitoa, fuera del control de su madre.

  No fue esa la suerte de su segundo hijo, Leopoldo, que al casarse debió aceptar vivir bajo el techo familiar. Abraham tuvo mejor suerte, pero consiguió que le consignasen tierra y casa en las cercanías del hogar materno, aunque inicialmente se mudó a la Loma del Toro Joco.

 Me extendí bastante tratando de analizar el actuar y la sicología de esa tierna anciana. Sólo para indicar que era tierna, pero con don de mando capaz de hacer cambiar las relaciones sociales de Baitoa.