domingo, 20 de mayo de 2018

Milagros en Baitoa

Por: Ramon Felipe Nunez
El tema central de esta anécdota se sitúa, en el tiempo,  a finales de los años ochenta del pasado siglo. Para nada quiero mencionar por nombres propios a los protagonistas de la misma. Sólo quiero mostrar la bondad que siempre ha estado pesente en nuestros baitoeros y como esa bondad les permite recibir los milagros más insólitos.

 Pero antes de la anécdota  debo trasladarme a New York de principios de los años sesenta cuando viví en la gran urbe en la casa de mi tió político Mendo Pineda, en la calle 47 número 427,  entre avenída septima y novena de Manhattan.

  Como sabrán los que conocen de la emigración de baitoeros hacia esa gran urbe tío Mendo, después de casarse en 1922 y explorar el mundo laboral y de negocios en Baitoa y algunos lugares extremos del país tomó, después de consultar con el primer emigrante de nuestro entorno cuando regresó de visita  a su lar, López, sobre la vida en la gran urbe. Y tío Mendo tomó la gran decisión. 

  Con el primer emigrante me refiero a Julio Genao de López, del cuál algunos baitoeros me han dado referencias, pero no del mecanismo que usó para emigrar en 1917, ni las causas que impulsaron tal medida.

  Tio Mendo Pineda y tío Marino Núñez emigraron en 1925. Viajaron en caballo hacia Santiago, de aquí tomaron el tren hacia Puerto Plata y de ahí en barco  impulsado por turbinas de vapor hacia New York, en un viaje de tres días. Sea dicho de paso, tío Marino no informó a persona alguna de su entorno, ni a esposa ni a padres, sobre su nuevo destino.

  El caso es que después de estos dos aventureros, otros baitoeros tomaron este camino. Es que la intervención norte-americana impusó el temor real a la bota militar y a sus medidas económicas y decidió la conformación de esa primera emigración.

    Ya para los años cincuenta quedaba una colonia de baitoeros de un poco más de veinte personas todos ellos relacionados por lazos familiares. La mayor parte tomó partido por el anti-trujillismo en lo que a política criolla respecta. Pero no conozco de alguno que no tomara el camino del partido Demócrata de la Federación Norte-americana. Aunque era un niño cuando viví en la gran urbe pude observar no sólo el modo de hacer política de los dirigentes del partido del burro, sino, además, del entusiasmo conque los baitoeros respondían a los llamados a votar, y participar en sus actividades, hechas por los dirigentes del partido Demócrata.

  Esa simpatía política se manifestaba porque en cada casa se podía encontrar alguna foto de Franklyn Delanore Roosevelt. junto a alguna llamada pin-up de la segunda guerra mundial. Fue todo un nuevo ambiente para mi.

  Con el tiempo, a partir de principios de los años 70 algunos de esos emigrantes les tocó pensión y algunos regresaron a Baitoa para morir, de ser posible, en el lugar que los vió nacer. A la vivienda que construían y en la cual residían no faltaba la imagen de Frabklyn Delanore Roosevelt y, supongo que por razones de equilibrio, se tenían algunas litografías artísticas. Especialmente la imagen de la bella  Mona Lisa  del inmortal Da Vinci.

  Yo visitaba, y conversaba largamente, con uno que otro de estos pensionados. Me interesaba por escudriñar las razones que los motivó en ser pioneros en la emigración hacia el norte.

  Uno de estos familiares contrató una pareja de jóvenes esposos para que le ayudasen en tareas del hogar. Me refiero a atender la cocina y realizar una que otra tarea agrícola.

   Pues bien, una noche era tan amena la conversación con uno de los antes mencionados familiares que me quedé más tarde  en la noche de lo que acostumbrabamos. Fuí conciente de la hora, no crean que el reloj marcase más tiempo del que rondada las 10:00 de las noche, cuando la pareja de jóvenes esposos pidieron permiso para retirarse a dormir, pero creí conveniente dar por terminada la conversación.

  Sin embargo, mi familiar me dice en voz baja  y con algo de malicia: "antes de irte observa discretamente en que se entretienen en estos momentos esos muchachos". Sin penetrar a la sala observé furtivamente que los jóvenes baitoeros se encontraban en proceso de dirigir sus oraciones nocturnas a la imagen de la Mona Lisa. Nada digo y calladamente me retiro.

  Esperé una semana antes de saciar mi curiosidad. Les tenía, y les tengo mucha confianza, a los entonces jóvenes en cuestión.Les pregunté, señalando la imagen de la Mona Lisa,  "saben ustedes  a quienes dirigen sus oraciones antes de ir a la cama". Y el esposo me respondió sin dudarlo.: "pues claro que lo sabemos. Es una virgen. Y muy buena. Pues hasta milagros nos ha hecho a mi y a mi mujer."

   No crean que puse en duda lo antes dicho. Tampoco hago esta narración con ánimo de realizar burla alguna. Recuerden que a esos dos baitoeros los he querido siempre.

  Además siempre he creído que el milagro, o hecho no explicable racionalmente, lo origina siempre la profunda fe del creyente.